viernes, 28 de mayo de 2010
100 años no es nada
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..
No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.
"Imagen de tu huella" Miguel Hernández
miércoles, 19 de mayo de 2010
Sopor
Las manillas del reloj parecen estar dormidas.
Por un momento llego a acercar la muñeca a mi oreja para ver si es cierto que está parado, pero no lo está. Los paísajes pasan, uno tras otro me muestran algo, pero no todo lo que encierran.
Por la ventanilla se ve como va pasando la tarde y con ella los animales se van recogiendo- aunque yo no los vea- a sus nidos, a las madrigueras; y todo se va apagando a un ritmo ténue, lento y relajante.
Esta sensaciòn de laxatud me sumerge en un sopor que me llama, poco a poco a cerrar los ojos para dormir un ratito, tranquilamente...hasta la siguente estación.
martes, 18 de mayo de 2010
Capricho
jueves, 13 de mayo de 2010
buscando mi sitio
Cargada con la maleta- que parecía no pesar tanto- deambulo por el vagón; más bien me voy deslizando en la estrechez del pasillo, pidiendo perdón a diestro y siniestro cuando choco con alguna rodilla. Miro el billete y me parece no recordar bien el número de asiento, así que lo vuelvo a mirar constatemente. Cuando por fin parece que estoy en mi sitio me doy cuenta de que no tengo dónde dejar la maleta. Esto empieza a parecer una viñeta cómica. Vuelvo al principio del vagón, dejo la maleta y dos pasos más adelante recuerdo que tengo que sacar la revista que he comprado y el agua. Camino sobre mis pasos. Ahora parece que ya está todo en orden. Busco mi sitio, me siento cómoda, abro la revista y arranca el tren.
martes, 11 de mayo de 2010
pasajeros al tren
Esta mañana he apilado todos mis enseres en una pequeña maleta roja, me he abrochado el abrigo, atado los zapatos y he bajado las escaleras a toda prisa.
En la puerta de casa me esperaba un coche- uno ajeno, no el mío, claro- que me llevaría a la estación. Justo cuando tomaba la última esquina de la última calle, he sentido el corazón quererse escapar del pecho, ya se podía casi adivinar el sonido del tren.
En el andén todo era alboroto, madres e hijos, novios y novias, algún perrito y como no, la tripulación del tren. Ya sólo quedaba por subir un escalón...tan cerca y tan lejos de todo. Un paso más y ya estaré dentro.
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